martes, 6 de mayo de 2008

La enramada de Casas Altas

En Casas Altas, el pequeño pueblo de la comarca valenciana del Rincón de Ademúz en el que nació el escritor Paco Candel, existe una peculiar forma de celebrar los prolegómenos de una boda. Se trata de ornamentar la puerta de la casa de donde saldrá la novia la mañana de las nupcias. La madrugada del casamiento, amigos de la familia del novio o la novia cortan ramas largas de los chopos de la ribera del río Turia, que bordea al pueblo. Para ello, trepan por los gruesos troncos y utilizan pequeñas hachas y podaderas. Los mozos llenan un camión entero.


Vecino cortando ramas a un chopo y descarga de las mismas en la puerta de la casa de la novia.


Ensamblaje de la estructura.


Últimos retoques.

Entre recoger las ramas, transportarlas y montar el arco que servirá de “palio” a la novia transcurren de dos a tres horas. Los mayores del lugar recuerdan que ya de niños se preparaban estos adornos, pero más simples, puntualiza una vecina. También, añade, antes se le cantaba por la noche a la novia. Pero esto último ya se ha perdido. O al menos en esta ocasión no se hizo. Sea como fuere, la novia no durmió esa noche. No tanto por el ruido que se hace mientras dura la construcción del arco, como por los nervios típicos de la noche previa al enlace.

La enramada, a la luz del atardecer, antes de que la familia de la novia la desmantele; según los vecinos, cuesta más desmontarla que levantarla.

En este caso, a la enramada le confirieron forma de arco, pero no siempre es así. Se suele aprovechar los contornos de las fachadas para moldearlas de otros modos. Otras veces, se han hecho columnas y tejados. En alguna ocasión, los amigos han trasladado la tradición hasta la capital, Valencia, a más de 100 kilómetros de distancia, cuando la novia, vecina del pueblo o veraneante, se casaba en la ciudad.

En Más allá del átomo: Casas Altas


Patrocinadores

No hay comentarios: