
Pequeñeces como las de la siguiente imágen no pasarían de la anécdota si no fuera porque simbolizan, precisamente, el funcionamiento kafkiano de mucho de lo que ocurre en el Valle Hebrón. En la foto, se advierte que el Hospital pide cerrar la puerta -lógico, se genera una corriente de aire por los pasillos que inutiliza el sistema de calefacción de parte de la planta y las habitaciones adyacentes-, pero resulta que no se puede cerrar porque la hoja no encaja en el marco y, como apunta un anónimo en la nota misma, la puerta no tiene maneta.


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