miércoles, 23 de abril de 2008

Imposible retratar a Chikilicuatre


He chafardeado por Paseo de Gracia. Ingenuo de mí, había pensado que, quizás, esta calle no congregaría tanto gentío como las Ramblas. Imposible caminar sin detenerse a cada cuatro zancadas. A la altura de la Gran Vía, se alzaba el aparador en el que Ruíz Zafón firmaba ejemplares de su libraco. Ni se me ha pasado por la cabeza acercarme para que estampara su sello en mi pecho (porque no tengo el libro –y dudo de que lo adquiera en el futuro, si lo he de juzgar por su predecesor- y porque de ver la cola casi me he puesto a llorar). Pero no he podido doblegar la tentación de divisar al gurú. Después de tres intentos he captado una foto en la que se le distinguía sin esfuerzo.



Las Ramblas, desde Plaça Catalunya, sobre las siete y media de la tarde.


Camina que caminarás -tomando una frase hecha de mi idioma de adopción- he desembocado a las puertas de las Ramblas, momento en el que he decidido recular debido a la marabunta. A las puertas de Portaferrisa, mis oídos se han deleitado con lo mejor de la excursión: sí, Chikilicuatre firmaba libros –o eso creo, pues no lo he podido ver- en un escenario bajo, al son de la melodía que representará a España en Eurovisión. A pesar de que Zafón atraía a muchísimos más seguidores, los del Chiki-chiki se abalanzaban con tal ímpetu hacia su ídolo que mis intentos por retratar al "patillas" han quedado en vano. He estado a nada de pedirle a una chica que se encaramaba a una barandilla –sostenida por sus amigos- que me hiciera, por favor, el favor. Pero me he dicho a mí mismo: ¡No te pases, ande has llegado!


Por detrás de estas gentes, debía de estar Chikilicuatre.

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